Budismo esencial by Juan Arnau

Budismo esencial by Juan Arnau

autor:Juan Arnau [Arnau, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Alianza Editorial
publicado: 2017-01-25T23:00:00+00:00


Filosofía del mahāyāna

Según los textos doctrinales no mahāyāna, lo que llamamos «persona» o «individuo» carece de entidad real; se trata más bien de algo convencional, un mero objeto verbal sobreimpuesto a toda una serie de estados psicofísicos, transitorios y fugaces. Los constituyentes reales de lo que llamamos «persona» o «individuo» son cinco: el organismo físico, las sensaciones, la percepción, las inclinaciones y los actos conscientes. Ninguno de ellos por separado ni todos en conjunto constituyen una realidad permanente sino que, surgiendo y desapareciendo a gran velocidad, se enlazan formando una cadena continua que crea esa ilusión que llamamos «persona» o «individuo». Esa cadena no se interrumpe con la muerte, sino que sus efectos se proyectan sobre sucesivos renacimientos guiados por la teoría del origen condicionado, de la que ya hemos hablado.

Pues bien, para estas escuelas no mahāyāna, lo que nos parece real no es más que la ilusión creada por estos factores que surgen y desaparecen instantáneamente. Lo único verdaderamente real en el mundo no son los animales, los planetas o las plantas, sino esos elementos básicos que los constituyen y que se denominan «dharma». Por tanto, siguiendo esta retórica de lo elemental (un atomismo que al mismo tiempo es físico y mental, material y espiritual), la tradición enumera 82 elementos fundamentales o dharma, todos ellos condicionados salvo uno, el nirvana. El sarvāstivāda enumera 75, de los cuales tres son incondicionados. Los dharma condicionados surgen y desaparecen instantáneamente, en un flujo continuo; y aunque su existencia sea fugaz, a diferencia de los objetos de la experiencia cotidiana, son reales y no meramente convencionales. Estos dharma, de acuerdo con el sarvāstivāda, son sustancias con una naturaleza propia, cosas en sí.

Para estas escuelas, los dharma son por tanto realidades sustantivas, si bien fugaces. El theravāda subdivide su lista de dharma en tres categorías. La primera la componen los dharma físicos (28), que incluyen los cuatro elementos (fuego, aire, tierra y agua), la agilidad, la maleabilidad, la elasticidad, lo nutritivo, etc. La segunda, los dharma mentales (52): veinticinco moralmente positivos, como la ausencia de codicia, la ausencia de resentimiento, la fe, la atención, la empatía, la generosidad, etc.; catorce negativos, que incluyen el odio, el resentimiento, la codicia y las opiniones erróneas, y trece moralmente neutros que adquirirán una textura moral en función del contexto, los siete primeros de los cuales son comunes a toda actividad mental (percepción, sensación, contacto, concentración, atención, etc.). La tercera categoría recoge un único dharma: los actos cognitivos; se trata del último de los elementos condicionados, que como todos los demás surge, dura un instante y es reemplazado inmediatamente por otro de la misma naturaleza.

Estas taxonomías no son meras especulaciones sino el fundamento de diversas técnicas de meditación cuyo objetivo final es descomponer la experiencia en dichos factores, que constituyen la única y fugaz realidad. Ver las cosas en función de lo único real que hay en ellas, los dharma, supone acabar con la ignorancia que arrastra el devenir. Cesando esta ceguera, cesa el apego por las cosas y el arhat accede al nirvana.



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